2011/10/17

Relatos y folletines

Algunos participantes en la Conferencia de Aiete
No se asusten, no voy a escibir sobre literatura, sobre los relatos de Cortázar o los folletines de Corín Tellado, sino sobre la actual situación política vasca. Como si una orden del viejo Plan ZEN se tratase, políticos, publicistas, columnistas y analistas varios vienen alimentando la especie de que es muy importante, casi decisivo, la forma en que se cuente el relato de lo que ha ocurrido en este país (y los adyacentes) en las últimas décadas. Pase lo que pase, explican, lo que queda es el relato de los hechos y en ese relato debe quedar nítidamente expuesto que aquí ha habido vencedores y vencidos. Los vencedores, por supuesto, son ellos, los demócratas, y los vencidos, también por supuesto, los etarras y su amplio entorno.

Si los hechos están tan claros, son tan evidentes, ¿a qué viene tanta insistencia? Resulta paradójico que se empeñen día tras día en lanzar el mismo mensaje, cansino por repetitivo, si todo el mundo tiene meridianamente claro que el Estado ha ganado y ETA ha sido derrotada. Eso sí, si se les mienta la "Conferencia Internacional para promover la resolución del conflicto", se mesan los cabellos.

Utilizan a discreción la frase que empleara el primer alcalde franquista de Bilbao, Conde de Motrico, cuando en su discurso tras la ocupación de la villa aludió a la necesidad de que hubiese "vencedores y vencidos", un lema de claras connotaciones bélicas. Sin embargo, frente a la conferencia de Aiete, argumentan que aquí no ha habido una guerra o un conflicto a resolver, sino que se ha dado el ataque sistemático de una minoría armada contra el resto de la población. Estaría bien que aclarasen la paradoja. Si no ha habido guerra, como enfatizan, tampoco habrá habido vencedores ni vencidos. Ni siquiera contendientes.

Lo que ocurre es que quienes lanzan estas soflamas contra la Conferencia Internacional de Aiete y contra cualquier iniciativa ajena a su intendencia, no pueden explicar el porqué de la fotografía que contempla a día de hoy la ciudadanía. Resulta que los supuestos vencedores de esta guerra inexistente exhiben sus airadas imprecaciones en prensa, internet, radio y televisión. Se les ve muy enfadados, a algunas, como a Rosa Díez, embadurnadas en una acidez mental, preámbulo de la úlcera duodenal. Si son realmente los vencedores deberían estar alegres y contentos, mostrando a todo el mundo una sonrisa de oreja a oreja.

En el otro lado, el de los supuestos vencidos, no se ven esos gestos airados, agrios, sino rostros ilusionados por emprender nuevos caminos hacia la consecución de sus objetivos políticos históricos, que esos no prescriben con conferencia alguna. Unos vencidos que, en un escenario diseñado por los vencedores, han conseguido acumular miles y miles de votos, y los que vendrán de la mano de Amaiur.

Unos vencedores enfadados, destilando hiel en sus escritos y discursos, y unos vencidos que pasean, con paciencia y sin alterarse, su convicción de haber acertado en lo fundamental. Ellos hablan una y otra vez del relato, aunque se encuentren a 5.700 kilómetros de Aiete, pero más parece que traten de engatusarnos con un mísero folletín, de los que se publicaban en la prensa franquista en los años cuarenta, esa sí, la de los vencedores y los vencidos, las banderas al viento y la imposición de la victoria bélica.

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