2013/09/07

Madrid k.o.

La candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2020 se ha quedado ahogada al borde de la playa, como suele ocurrir cuando en vez de en la humildad la estrategia se basa en la euforia y el triunfalismo. Vaya por delante que me solidarizo con todos los madrileños y madrileñas que habían puesto su ilusión y su participación en el proyecto. Ellos en ningún caso tienen la culpa del nuevo fiasco. Como tampoco la tienen los deportistas. En todo caso, Tokio se ha llevado el gato el agua. Que sea para bien.

Era la cuarta vez que la capital española aspiraba a organizar unos juegos, la primera fue en pleno franquismo, en los años sesenta, y otra vez ha salido decepcionada en el intento. No voy a entrar en las razones que han podido influir en la votación, dado que quien lo decide es un organismo presidido por el oscurantismo y el tráfico de influencias. Pero eso se sabía de antemano y no puede servir ahora de excusa.



Creo que la principal razón de la derrota reside en que otra ciudad perteneciente, por el momento, al Estado español, Barcelona, organizó los Juegos Olímpicos recientemente, en el año 1992. Apenas han pasado veinte años de aquello. Probablemente no sería justo darle tan pronto el premio a una ciudad del mismo estado. La crisis económica, la corrupción y el dopaje son algunos de los argumentos esgrimidos, pero las otras dos candidatas tenían problemas igual de severos, o incluso peores, como es la contaminación radioactiva de Fukushima en el caso japonés.

El nuevo fracaso de Madrid representa una nueva derrota para Mariano Rajoy, que se ha implicado en la candidatura personalmente y para la alcaldesa madrileña, Ana Botella, que deberá poner fin a su gris carrera política, cimentada básicamente en ser la esposa del señor José María Aznar. El fracaso español representa, a su vez, la constatación de que la propaganda llevada al extremo, como ha sido la campaña de los medios hispanos a favor de Madrid, puede volverse en su contra. De la sonrisa se puede pasar a las lágrimas en pocos segundos. Del alborozo a la pesadilla.

Dudo de que el próximo alcalde de Madrid se atreva a embarcarse en una nueva aventura olímpica, con el costo económico que conlleva y la poca probabilidad de éxito, visto lo visto, pero si se anima y coge el toro por los cuernos, que dios reparta suerte.

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1 comentario:

  1. Anónimo5:20 p. m.

    No olvides, Joserra, que hay a la vista (en un par de años) una designación de la sede olímpica de invierno 2022. Y un candidato (esta vez, si, bastante fuerte) es Barcelona que presenta una opción "pirenaica". Una adjucación a madrid la hubiera perjudicado... y el estado español nunca ha organizado unos juegos de invierno.

    Fernando

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