2014/01/23

Europa en la lejanía

Entre el 22 y el 25 de mayo próximos se llevarán a cabo las elecciones para el Parlamento Europeo. Unos comicios que despiertan escaso interés en la ciudadanía y que algunos agentes políticos utilizan para experimentar nuevas propuestas e iniciativas, más allá de la problemática concreta de la Unión Europea.

Quede claro, desde el inicio, que siempre me he considerado europeo. Antes de conformarse la UE o la Eurozona y también una vez establecido el esqueleto institucional que ahora presenciamos, eso sí, desde la distancia. Me interesa lo que pasa en Alemania o en Grecia, lo que ocurre en el Reino Unido, en Francia o en Portugal. Siempre me ha interesado, y me seguirá interesando tras la celebración de las elecciones europeas. 


La proximidad de los comicios produce una efervescencia entre los agentes políticos, en parte por el carácter de circunscripción única que se sufre en el Estado español. Se habla con unos y con otros, en busca de posibles alianzas, y de forma paralela surgen nuevas propuestas, o al menos novedosas iniciativas. Ahí está el caso de Podemos o de Vox, por poner dos ejemplos muy diferenciados.

Parlamento Europeo en Estrasburgo. www.praza.com

Toda esta ebullición está muy bien. La opinión pública se pregunta con quién se aliará el PNV, si CiU va con ERC en una candidatura soberanista catalana. Se pregunta también con qué socios se aliará EH Bildu, si con ERC o con las CUP, con el BNG o con Anova. Hay opiniones para todos los gustos y cada cual puede rellenar su propia quiniela. Yo me reservo la mía. Habrá tiempo para entrar en ese resbaladizo terreno de las alianzas.

Lo que pretendo con este comentario es poner el foco en una cuestión previa. Una cuestión fundamental, por otra parte. ¿Para qué sirve el Parlamento Europeo? Según pasan las legislaturas europeas, la convicción de que no sirve para mucho, aumenta exponencialmente. 

Es sabido que el entramado institucional de la UE sufre un déficit democrático considerable. El único estamento que obedece al voto ciudadano es el Parlamento, el resto de órganos, especialmente la Comisión, verdadero gobierno comunitario, obedece a la designación de los distintos Estados, según su tamaño y potencialidad. En todo caso Europa, la Unión Europea para ser más precisos, no se rige por un régimen parlamentario en el que la mayoría de la cámara elige y sostiene al Gobierno. Para llegar a esa tesitura, si alguna vez se llega, queda una eternidad.

Además de ese déficit, conviene recordar que los propios tratados de la Unión limitan la soberanía política de los estados socios. De tal manera que, a día de hoy, sería inviable la transformación hacia un sistema socialista de cualquiera de ellos, ya que la UE consagra entre sus principios esenciales la economía de mercado en el punto tercero del artículo 3 del Tratado de Maastricht. La izquierda transformadora no puede ignorar esa realidad.

Para concluir, nos hacemos otra pregunta. Aparte de para medir fuerzas y abrir espacios de colaboración con otras izquierdas, ¿sirve para algo la participación en las elecciones europeas y en ese parlamento? ¿Es posible desde un pequeño país realizar un trabajo político en un foro mastodóntico como el de Estrasburgo? ¿Merece la pena?

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