2014/01/16

Prioridades

Establecer un catálogo de prioridades debe ser uno de los primeros deberes de cualquier responsable político. Una medida, un proyecto, puede ser socialmente valioso en un momento dado y una burla a la ciudadanía en una coyuntura diferente. La habilidad de los administradores de la cosa pública debe guiarles en el establecimiento de esas prioridades, evitando caer en la inanidad.

El Gobierno vasco ha anunciado que va a otorgar diez millones de euros (1.663,8 millones de pesetas) a la remodelación del estadio de Anoeta, en Donostia. Se mire por donde se mire, un verdadero despropósito. Mientras la sociedad vasca sufre los rigores de la crisis económica, los responsables políticos se preocupan de eliminar la pista de atletismo del estadio, para facilitar de ese modo la comunión entre jugadores y afición y, de paso, ampliar el aforo, que apenas se llena un par de veces por temporada, en partidos especiales. ¿No existen otras prioridades en esta época de recortes? 


El deporte profesional es un negocio como otro cualquiera y las empresas que a él se dedican deben tener la obligación de autofinanciarse, sin recurrir a las arcas públicas. Cuestión diferente es el deporte escolar, que forma parte de la educación de los más jóvenes, y por ello debe contar con el total apoyo de las administraciones.

Estadio de Anoeta, en Donostia. onlyhoteles.com

Bajo el paraguas de caer simpáticos a las masas de aficionados a los clubes de fútbol o baloncesto, los políticos cometen todo tipo de anomalías. Ahí están los favores fiscales de la Hacienda de Bizkaia a los futbolistas profesionales (y millonarios) del Athletic, las ayudas de más de 5 millones de euros a fondo perdido al Bilbao Basket o la desmesurada financiación pública al estadio San Mamés Barria. 

En ninguno de los casos señalados se ha priorizado el interés general, sino que por encima de él se ha valorado el interés de las entidades, muy respetables todas ellas, pero de naturaleza privada. Es notorio que en nuestro país existe un clima, propiciado en parte por los medios de comunicación, favorable a este tipo de ayudas. Resulta políticamente incorrecto manifestarse de forma crítica frente a ellas. Pero es posible que haya llegado la hora de empezar a expresarse con rotundidad. 

Ahí está, por contraste, el ejemplo del equipo ciclista Euskaltel Euskadi, desaparecido porque su esponsor dejó de financiarle. Ciclistas y ayudantes técnicos sin equipo, afición sin escuadra a la que vitorear y empobrecimiento del ciclismo vasco. Sin duda alguna. Pero la financiación de un equipo ciclista profesional no debe ser nunca una prioridad de la Administración pública. Si el estrangulamiento económico lo arrastra a la desaparición, así habrá que aceptarlo. Por doloroso que sea.  

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