2016/03/09

El pueblo marca la agenda

"Nire bihotza/ezkerrean dago/eta bertako odola/gorria/da" 
Gabriel Aresti

El secretario general de Sortu, Arnaldo Otegi Mondragón, habló en su reciente intervención en el Velódromo de Anoeta de la agenda política y subrayó que es el pueblo, la gente, quien tiene que elaborar esa agenda con las prioridades a establecer. La organización política, en este caso la izquierda abertzale, debe hacer suya esa agenda. Justo al revés de lo que, según se desprende de sus palabras, se ha estado haciendo hasta ahora. 

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En la actividad política tan importante es la forma como el fondo, las decisiones que se adoptan como el modo de establecerlas. Los tiempos en que una minoría ilustrada decidía por las grandes mayorías ciudadanas han pasado, por suerte, a mejor vida. Pero queda un largo camino por recorrer. Un camino en el que la gente del común, las trabajadoras y trabajadores, deberán marcar el rumbo. 


En política hay muchas teorías atractivas, algunas de ellas impecables, que naufragan a la hora de ponerlas en práctica. Cualquier construcción que hagamos tendrá los límites de quienes la levantan, es decir, de los seres humanos. Somos limitados, tenemos defectos y a la hora de concretar nuestras bellas teorías, solemos fracasar. No vamos a hacer ahora un repaso de los fracasos, porque podíamos caer en la melancolía. Pero hay que tenerlos presentes para no volver a tropezar en ellos.

El regreso de Otegi a la primera línea tras pasar seis años y medio encarcelado está suponiendo ya una inyección de moral en las filas independentistas. Es algo evidente y me atrevería a añadir que natural. Han bastado unas cuantas frases pronunciadas en el momento oportuno para que miles de personas recobren una ilusión que parecía perdida tras la deriva producida en las últimas citas electorales y la falta de punch que se vive en la calle. Sin embargo no podemos llamarnos a engaño. Un líder puede hacer muchas cosas menos milagros.


La situación en la que se encuentra la izquierda abertzale no viene derivada de una falta de ilusión en sus militantes, simpatizantes y votantes. Al contrario, esa falta de ilusión, de crédito en los mensajes que se han venido lanzando, se ha dado por los errores cometidos. Resulta curioso que los propios responsables directos de la trayectoria zigzagueante de estos últimos años se agarren al efecto Otegi, cuando ese efecto es la prueba inapelable de su falta de acierto.


La izquierda abertzale vive un momento trascendental en su desarrollo y evolución. Si acierta a conectar con la gente, con el pueblo llano y soberano, tendrá mucho ganado, si se empeña en repetir errores puede sufrir grandes dificultades a medio plazo. La clave puede residir en la forma en que se configure ese Frente Amplio del que tanto se habla pero nadie define. Un frente amplio que no debe fijarse en siglas partidistas, ni sindicales, ni organizativas, sino en la gente, en las clases populares de este país. Con ellos hay que hacer el frente.


Las veinte mil personas que se acercaron a Anoeta el pasado sábado han recobrado la ilusión, como muchas otras que siguieron el acto por los medios de comunicación. Es un paso positivo, pero no determinante. Si no se ponen los mimbres necesarios para construir una refundada izquierda abertzale, puede quedarse en un simple espejismo. La música del velódromo estuvo bien, pero ahora hay que ponerle letra. El Gora Euskal Herria Gorria con el que cerró Otegi su intervención apunta maneras.


@azogeak

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