2017/09/20

People have the power

Pese a mi inequívoca animadversión a los anglicismos superfluos, llevó al titular de este apunte el título de una canción de Patti Smith que podría ser un himno de la nueva izquierda revolucionaria. El problema es que lo único que tenemos es el himno, nos falta casi todo lo demás. Pero no voy a tratar del futuro de esa izquierda transformadora, sino del peliagudo asunto catalán. 
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Estaba esperando que se fuese aclarando el panorama para ir sacando conclusiones. La operación que ha detenido a 14 altos cargos del Govern hace que las cosas estén ya suficientemente decantadas. Nos encontramos ante el mayor desafío a la unidad del Reino de España de las últimas décadas, así de claro, y por tanto el Estado español, que no es un estado fallido ni una tómbola, va tomando medidas en la línea habitual. No sé si llegarán a sacar los tanques por la Diagonal, pero tienen la ley de su parte. La constitución del 78 consagra al Ejército como garante de la unidad nacional española y por tanto Rajoy puede hacer uso de los militares en caso de necesidad. 


Lo que pasma de todo esto es la alineación sin fisuras del bloque constitucionalista español con las medidas de fuerza que está desarrollando el Gobierno, con la Guardia Civil de cabeza de puente del golpe contra Catalunya. De Ciudadanos no esperaba nada, pero el PSOE de Pedro Sánchez, el mismo que habla de estado plurinacional, se encuentra anulado por el PP y sin discurso propio. ¿Quién va a ser el incauto que crea en su solución federal, sino es capaz de criticar la batería de medidas extraordinarias tomadas contra el proceso catalán?

Puedo entender que a un Estado como el Reino de España le cueste reconocer que existen millones de ciudadanos que no se consideran españoles. Es para disgustarse, por supuesto, pero es un hecho incontestable, que está ahí, y con el que hay que convivir, mientras se pueda, porque cada día que pasa se hará más difícil la convivencia.

A malas, y poniéndome en lo menos traumático, aún se podría admitir una solución confederal. Una Confederación de Estados Ibéricos, cada uno con su soberanía plena, que colaborasen en Asuntos Exteriores, Defensa, Moneda y Extinción de Incendios. Sin embargo, jamás ha habido una oferta generosa de ese calibre desde el centralismo enfermizo de Madriz. Siempre se ha querido tener la sartén por el mango, pero ahora caminamos hacia la desaparición de la propia sartén hispana.

El soberanismo catalán, cuya estrategia no comparto al 100%, ha llevado al Estado español hasta su límite fundacional, ideológico y filosófico. España sin Catalunya no existe, es una anécdota en el panorama europeo. Y hasta ahí podíamos llegar. Ahora bien, la actuación desmedida del estado, provocando la existencia de presos políticos catalanes, puede dar la puntilla a la presencia española en el Principat, ya muy debilitada. Puede que vaya a ser peor el remedio que la enfermedad.

¿Qué se puede hacer? Pase lo que pase el uno de octubre, habrá elecciones en Catalunya a medio plazo. En esas elecciones varias fuerzas por separado o federadas, incluirán en el punto número uno de su programa electoral, la independencia plena de España. SI esas fuerzas ganan los comicios ahora y, con la misma estrategia, dentro de cuatro años, Catalunya sería independiente sí o sí, con una declaración formal de la presidencia del Parlament. Ni siquiera haría falta una consulta.

En Catalunya, y en el resto del mundo, el pueblo tiene el poder, People have the power in Catalonia. Tan solo falta que lo ejerza de forma consecuente, sin violencia y sin miedo. Desconozco la fecha mágica de la definitiva libertad, pero Catalunya ya ha triunfado, porque ha sabido poner en apuros al Reino de España, que ha mostrado su lado más oscuro y represivo. Ahora tan solo nos queda esperar, mientras se sigue apretando la tuerca, por supuesto. ⧫



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